El Reino Unido se ha caracterizado, desde la aparición del rockandroll y su implatanción permanente en aquellas islas, de ser receptora de las influencias de sus ex-colonias ,tranformándolas y llevándolas a terrenos insospechados.
Pasó con el blues negro de Estados Unidos que generó la posterior invasión británica de los 60s, pasó con la sicodelia llena de florecitas y paz de California, con el folk americano y el regurgimiento a nivel popular del folk británico, con el punk niuyorkino y el 77 inglés, con el sonido más ruidoso de Velvet Underground y toda la escena noise-pop,etc.
Pero el más interesante intercambio se dio entre Jamaica e Inglaterra. A base de la inmigración después de la Segunda Guerra Mundial de miles de jamaiquinos, la música producida en esa pequeña isla llegó para quedarse y el resto, amigos y amigas, es historia.
Sin la influencia de esos soundsystems semiclandestinos y sus fiestas llenas de ska,reggae, rocksteady y dub, ni The Clash, ni The Slits, ni la mayor parte del postpunk y la new wave, ni el ska two tone y ni la mitad de la escena electrónica inglesa que conocemos actualmente se hubiera dado, bendito mestizaje.
Y créanme, si hay un lugar en el mundo con una escena vibrante y excitante para seguir estos días, es precisamente toda esa música mutante,nieta del dub, que actualmente domina los ghettos negros de la pérfida Albión, dubstep y grime y dancehall que parece de otro planeta.
The Bug es el proyecto del dj Kevin Martin, un músico de larga trayectoria en bandas y proyectos de industrial, grindcore, hip hop y tecno, que llevado por su amor al dub jamaiquino empezó a experimentar con el dancehall y el dub, fusionándolo con noise y tecno.
The Zoo es su último trabajo, doce tracks de un dancehall futurista e implacable, lleno de bajos duros y ricos en distorsion, ritmos machacones que de alguna manera logra hacerlos sonar metálicos, indudablemente industriales.
Acompañado de un montón de MCs talentosos, hombres y mujeres portadores de la mejor tradición del toasting de Jamaica, ese antecedente el hip-hop que surgió en la isla años antes que el rap, The Bug logra condensar R&B, dub y dancehall en un disco que haría bailar hasta el Peñon de Gibraltar.